– «¿Qué queréis que sea el niño cuando sea mayor?» les preguntaron
– «Escandalosamente feliz» respondieron sus padres
Hoy nos han traído el abeto a casa. Lo escogimos nuestro hijo y yo ayer por la mañana. Nos fuimos al mejor sitio de árboles de Navidad de la ciudad, al que una querida amiga nos había recomendado, con ilusión, con la esperanza de que esta pueda ser una buena Navidad para toda la familia, para todos los que la formamos.
Lo contemplo en el rincón que le hemos escogido. Se podría decir que aún no es un «verdadero árbol de Navidad» porque no lo hemos decorado, aún no lleva luces ni lazos, está como a la espera de que lo «transformemos» y, mientras tanto, yo me he parado a mirarlo, a disfrutarlo así, al natural, sin expectativas, sin decorar, sin artificios, sin ponerme a imaginar el bonito árbol de Navidad en que se convertirá cuando le pongamos las luces de colores… lo observo como está, austero, verde, natural, perfecto tal cual es, y él me devuelve toda esa atención con ese olor a abeto tan único y agradable, me da todo lo que me puede dar, presencia, color… ¡belleza! no le puedo pedir más.
Cuando nacemos somos como este abeto, niños sin más, sencillos, sin prejuicios, sin adornos, pequeños seres humanos destinados a ser felices, como una página en blanco sin escribir pero en la que ya se intuye que lo que se leerá va a ser una gran historia, una «obra de arte». ¡Qué bonito es si en nuestra despedida nos dicen que hemos sido una obra de arte de Dios! Es una frase preciosa para cerrar una vida. Y, mientras estemos en ella, no debemos perder de vista que lo fundamental es disfrutar de la vida, y que como padres no podemos eludir la responsabilidad de educar a nuestros hijos con alegría y en la alegría, no desenfocarnos. Lo importante no es que logren un buen trabajo sino que disfruten de la vida, de ser, de estar, sin más cargas ni proyecciones, que cada uno sea lo que sencillamente es, un ser humano que celebra la belleza de vivir.
Todo nacimiento trae consigo un mensaje de felicidad, una vida que empieza. Es Adviento, tiempo de ilusión y alegría a la espera de un nacimiento, un tiempo fuerte del año litúrgico, uno de los más bellos, quizás la preparación para la Navidad de este año consista en no estar preparados sino tan solo en dejarse sorprender, en sentir, en vivir…
¡Benvingut Roger!
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